O 6 de febreiro de 1894 o xornal de “La Voz de Galicia” facía aos seus lectores esta narración dun feito que califica de desgracia:
Una desgracia harta lamentable ocurrió días pasados en el lugar de Preguntoño, situado á dos kilómetros de distancia de la villa de Arzúa.
Albergado bajo el techo de humilde choza y al pié de la piedra de la cocina, en donde se había encendido fuego, se hallaba un pobre ciego, á quien acompañaba su esposa y sus dos hijas, una de éstas recién parida, cuya familia estaba calentándose, según tienen por costumbre en las aldeas los días del invierno, para hacer de este modo frente á los grandes fríos.
En la mañana citada se había desencadenado una fuerte tempestad, que ya desde los primeros instantes alcanzó el carácter de un verdadero ciclón.
Sin duda, efecto de la misma, la techumbre de la casita en donde se hallaban las personas citadas se vino al suelo de pronto, cayendo con gran estrépito sobre las dos jóvenes, que resultaron con diferentes heridas.
La mujer del ciego recibió también contusiones graves á consecuencia del hundimiento, salvándose aquél por milagro, pues salió completamente ileso.