Parece que a actual vila de Arzúa aparece mencionada no Liber Sancti Iacobi, que data do ano 1.140 aproximadamente. Das copias manuscritas deste “Libro de Santiago” a máis famosa é o chamado Códice Calixtino que se conserva no arquivo da catedral de Santiago e foi elaborada entre 1.160 e 1.180.
Para explicar esta mención, reproducimos un artigo do mediavalista Manuel Cecilio Díaz y Díaz, e que foi publicado no número 1 da revista “Uila Noua: voceiro arzuán” o 1 de xaneiro de 1986 (páxina 4):
En el siglo XII, cuando las circunstancias políticas, sociales y económicas favorecen la actitud religiosa de penitencias y redención de culpas que constituyen la base de las peregrinaciones, eran muchos los peregrinos que de todas las regiones de la Europa occidental acudían a Compostela, movidos a la vez por el prestigio del santuario jacobeo, su lejanía (cerca de Finisterre) y las especiales condiciones de la Península Ibérica (árabes al sur del Tajo, siempre activos; tensiones entre los dos poderosos reinos de Castilla-León y de Aragón, más Navarra, junto con el problema de los indómitos vascos, etc.). Todo esto hacía atractivo este camino, en tanto que se consideraba más cómodo y sin problemas el de Roma, y con exigencias casi insuperables para muchos el de Constantinopla y Jesuralén. Eran muchos los que recorrían el camino de Santiago, pero podían ser todavía más. Y así, se concibió todo un sistema de propaganda de la peregrinación compostelana que redundaría en beneficios espirituales, pero también en ventajas económicas y de poder para muchos centros de devoción situados a lo largo del camino de la peregrinación. Entre los mecanismos inventados para incitar a la peregrinación hubo uno, evidentemente destinado a minorías muy selectas pero poderosas y capaces de servir de ejemplo, que fue la elaboración de un libro que cantase las excelencias del apóstol Santiago e ilustrase a los posibles peregrinos sobre las riquezas espirituales y las maravillas que podían poner al alcance de su mano haciendo el viaje a Compostela. Así surge hacia 1140 el llamado Libro de Santiago, un conjunto en el que se reunen todos los textos relativos a la vida y martirio del Apóstol. Una colección amplia y variadísima de sus milagros y una guía del peregrino, ésta inicialmente orientada a descubrir la ruta que había de seguir y los santuarios que podría visitar en esa ruta o en sus cercanías hasta llegar a la propia Compostela. Por si este conjunto, parecido a otros que se crearon para fomentar la devoción a otros santos en distintas regiones, no parecía suficiente, se le incorporó otra obra en la que se contaban maravillas del personaje más legendario de aquellos tiempos, el emperador Carlomagno, al que se le suponía fiel devoto de Santiago y uno de los primeros peregrinos a Compostela. Este conjunto de textos se hizo circular sobre todo por Francia. Hacia 1150 en Santiago mismo se enriqueció con más textos todavía. Y como muestra de devoción a Santiago y ejemplo fehaciente de la situación de la propaganda de las peregrinaciones, se sacó una copia muy cuidada que se ofrendó a la Catedral de Santiago antes de 1160 y todavía se guarda en ella como un preciado tesoro, el llamado Códice Calixtino. Pero no es este el único ejemplar que nos resta del Libro de Santiago, del que se conocen actualmente varios ejemplares, de fechas diferentes y guardados en diversas bibliotecas europeas (Lisboa, Salamanca, Londres, Vaticano, Barcelona, etc.).
En un curioso capítulo de la Guía se señalan los más importantes lugares que cruza en su peregrinación el romero compostelano. Gracias a esta descripción nos son bien conocidos las etapas de la ruta jacobea. En ella, hacia el final, por referirnos solamente a las comarcas más cercanas a Santiago, nos encontramos con el texto siguiente: “Después viene el puente sobre el Miño (Portomarín); después Sala de la Reina (Saa); después Palas de Rey; después Campo Leboreiro (Leboreiro en Melide); después Castañola (evidentemente A Castañeda); después Vilanova; después Ferreiros; después Compostela, la admirable ciudad del Apóstol”. La disposición geográfica no parece permitir la menor duda sobre la identificación de la llamada Vilanova. Ya desde hace tiempo se viene identificando Arzúa, equidistante entre la Castañeda y Ferreiros. No tenemos ningun otro testimonio de este nombre, del que tampoco queda ninguna clase de huellas en los nombres menores de lugar. Cuando encontramos tiempo después mención de Arzúa en la documentación del monasterio de Sobrado, ya aparece situada en pleno camino de Santiago y con el nombre actual.
No cabe la menor duda de que el nombre de Vilanova está denunciando la reciente fundación de este poblado en el camino de Santiago y en función de él. No sabemos quienes hayan podido ser los primeros pobladores del mismo, ni la época en que se haya hecho el poblamiento, aunque quizás se podría aceptar que se remontase a comienzos del siglo XI. Esto justificaría que todavía los peregrinos que pasan por el camino tomando notas para la Guía entre 1120 y 1130 no conociera otra denominación que la de “Pueblo Nuevo”; pero también que la titulación de las dos parroquias que comprenden la nueva denominación sea tan significativa como la de Santa María y Santiago. Probablemente fue Santa María la primera población, que luego se corrió un poco al Este para, apoyándose en el Camino, crear la nueva parroquia de Santiago.
Nos movemos en el terreno de las hipótesis, pero éstas son necesarias para comprender los nombres de las dos parroquias, el nombre de la villa de Arzúa y esta antigua denominación que vemos recogida a comienzos del siglo XII. Otro tema distinto es el origen de la forma Arzúa, cuya etimología es por el momento desconocida. Algun día habrá que prestar atención a este asunto. Por el momento baste saber que Arzúa, bajo su otro nombre de Vilanova, cuenta con una preciosa ejecutoria de antigüedad en la narración que leyeron lo muchos peregrinos que sin duda se asomaron al Libro de Santiago.