Reproducimos un texto escrito por Antonio Gaite Nuñez e publicado na revista literaria “El Heraldo Gallego” o 5 de xuño de 1880 e que se refire a un honrado e rico veciño de Allariz chamado Xan de Arzúa.
La diversión, aisladamente considerada, no puede calificarse de ingeniosa , ni mucho menos se presta á una zumbona crítica y no merecerla en verdad, ni que por ella dejasen, aunque por pocos minutos, sus santas ocupaciones aquellas vírgenes, ni que el Ayuntamiento de la villa la conservase cuidadosa y consecuentemente, sino hubiese algo en su origen que respetarse debe, y ese algo, no es otra cosa, que la humorística voluntad de un honrado y rico vecino de Allariz llamado Juan de la Arzua. No pudimos averiguar en que época vivió, ni otra cosa de su vida, que la pasó siempre alegre y divertida, que la pasó siempre alegre y divertida; y que acostumbrado á que su nombre sonase continuamente entre risas y algazara y fuese sinónimo de contento y diversión, quiso que aun despues de su fallecimiento alcanzase igual suerte. Y lo consiguió dejando parte de sus rentas y bienes al pueblo, que fuera teatro de sus alegrias, con la condición de que todos los años el día de Corpus lo sacasen á pasear en efigie, del modo y forma ridícula que desde entonces viene haciéndose con gran contentamiento del pueblo sencillo, que no escasea sus risas para celebrar las contorsiones que, á impulsos del desigual movimiento del buey va haciendo Xan da Arzua, ni tampoco la fuerza de sus pulmones para vitorearlo con loco frenesí, llenando de este modo el fin que se propuso el verdadero personaje, á quien si saberlo, aclaman.
Por supuesto que dejó señalada la carrera que habia de llevar, el punto de donde habia de partir y no olvidó ningún incidente, por pequeño que fuese, encargando del cumplimiento exacto de su festiva voluntad á la misma justicia del pueblo á quien donaba. Es de advertir que, como su riqueza era mucha, y como en su corazon, aunque dispuesto siempre á la alegria, se anidaba igualmente a la virtud, pues nunca fué incompatible la una con la otra, al propio tiempo que legaba parte de sus bienes al original objeto mencionado, destinaba los demás á fundaciones piadosas muy importantes, que instituyó en la iglesia de San Pedro y otras, á las cuales quizá no sea estraña la condicion expresa del paso por delante del convento y la salida de la Comunidad al mirador.
Hoy se calificaria en el festivo y original carácter de héroe de esta fiesta de una pueril vanidad, hija del deseo de alcanzar popular aplauso, ó cuando no, de una de cuantas excentricidades como la que frecuentemente se disculpan, en los que viven bajo las impresiones del nebuloso cielo de la antigua Albion. ¿Influiria algo de lo uno ó de lo otro en la voluntad de Juan de la Arzúa? ¿Obedeceria sino á la sencillez de costumbres de su época, o al gusto que entonces dominase de las diversiones populares? Nada sabemos, porque nada mas que lo expuesto hemos podido averiguar, y sin mas datos, especialmente el de la época en que esto ocurrió, no es prudente averiguar críticos.
De índole distinta es el origen que reconocen esos hombres semi-haraposos, semi-enmascarados, que, á manera de batidores, rompen la marcha de la procesión del Corpus llevando á costillas unos grandes sacos llenos de hormigas, las que van repartiendo a puñados, con verdadera fruición, entre los grupos de papanatas ó e alegres aldeanas que ocupan la carrera distraidos, mas de lo permitido, ante la grandeza del acto religioso que desde sus pueblos vinieron engalanados á presenciar. Es de suponer que en la distribucion de aquella terrible lluvia de insectos no siempre la justicia es igual, ni la intención santa y las mas de lsa veces el resultado es contrario al objeto propuesto, que al fin son hombres los que reparten las hormigas, y hombres y mujeres los que las reciben. De cualquier modo, es un recuerdo que se conserva de la fé religiosa de nuestros abuelos, con la cual supieron triunfar siempre de los enemigos de ella y salvar su indepedencia y nacionalidad.
Ya hemos dicho que hasta el siglo XVI subsistieron los hebreos en Allariz, y como la institución de la procesión del Corpus, debida a la piedad del Papa Juan XXII data de principios del siglo XIV (1316), es claro que durante mucho tiempo se ha celebrado allí dicha festividad á vista y á despecho de los desgraciados descendientes del pueblo deicida, quines, segun relata la relación, un año abandonaron en tal di aun barrio que habitaban, para burlarse con pantomimas, ahullidos y otros escesos de aquella ceremonia religiosa y de la devocion de los católicos habitants de la villa, lso cuales por justo respeto á la Sacrosanta Hostia que iban acompañándo dejaron de castingar en el acto tamaños ultrajes. Pero luego acordaron un medio pacífico de evitarlos en lo sucesivo, como lo consiguieron desde el año siguiente en que acometieron duramente con hormigas á los que se preparaban á repetir las ofensas, haciéndolos huir para siempre, espantados de tan picante plaga. Desde entonces quedó la costumbre la repetición de esta hábitl defensa, por mas que la expulsión de los judios llevada á cabo hace más de dos siglos, la hiciese desde entonces inncesesaria.